La Orden de los hermanos Siervos de María, surgida como expresión de vida evangélico-apostólica, es una comunidad de hombres reunidos en el nombre del Señor Jesús. Movidos por el Espíritu santo se comprometen a dar testimonio del Evangelio en comunión fraterna y al servicio de Dios y de la humanidad, inspirándose constantemente en María, madre y sierva del Señor.
Surgió la Orden en Florencia, Italia, en el año 1233, no por obra de un solo fundador, sino por la inspiración de un grupo de siete amigos: Bonfilio, Amadeo, Bonayunta, Maneto, Sosteño, Hugo y Alejo, todos ellos comerciantes acaudalados de la ciudad, unidos en una fuerte devoción a la Virgen María.
En aquella época, primera mitad del siglo trece, la ciudad de Florencia padecía la violencia partidista de dos grupos que se disputaban el poder en el gobierno de la ciudad: Gibelinos, partidarios del emperador, y Guelfos, partidarios del Papa.
Los Siete, no ajenos al momento histórico, interpelados por el mensaje del Evangelio, sintieron la necesidad de actuar conforme a la Palabra del Señor para ofrecer a sus conciudadanos una propuesta de paz y fraternidad. Entonces distribuyeron sus bienes a los pobres y se retiraron a la periferia de la ciudad a vivir en una casa pequeña, y desde la pobreza se dedicaron a servir con generoso amor a los necesitados. Más tarde, en el 1245, inspirados por la Madre de Jesús se retiraron a una montaña llamada “Senario”, para vivir en un ambiente tranquilo su ideal fraterno, y desde allá transmitir a la ciudad un mensaje de paz y unidad.
Conocidos por su modesto tenor de vida orante y laboriosa, atrajeron a muchos que querían vivir como ellos, a quienes llamaban con cariño Siervos de María.
La comunidad fue creciendo y poco a poco se expandió por Italia y Europa, con la aprobación y el beneplácito de la Santa Sede. Constituida sobre los pilares de la fraternidad, la pobreza, el servicio, la devoción mariana y la misericordia, que le otorgaron su identidad propia y definitiva, la Orden llegó a Chile en el siglo pasado, en 1937, para presentar su servicio evangelizador en la región de Aysén.
Aceptados por el arzobispo de Santiago en 1939, llevaron a término el templo de Santa Bernardita, en Providencia, y se hicieron cargo de la parroquia creada en 1941.
Desde entonces, numerosos hermanos provenientes de Italia y varios chilenos se han sucedido en el servicio a la comunidad con sencillez, alegría y constancia, desarrollando distintos proyectos evangelizadores, educativos, recreativos, artísticos, de ayuda fraterna y de interés social, con su característica vida comunitaria y su nítido tinte mariano. A 81 años de su activa presencia en el sector, gratos con los vecinos todos, entonamos nuestra canción de gratitud a Dios con Santa María, la sierva, hermana y madre, maestra y discípula.
Jairo de Jesús Salazar Correa, O.S.M.
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